Queralt Bonmartí, una joven barcelonesa de familia acomodada, aparece asesinada en un paraje idílico del Camino de Santiago. Había salido tres semanas antes de Roncesvalles, donde tuvo un incidente con un desconocido. El subteniente Bevilacqua recibe el encargo de ocuparse del caso, dado el perfil del padre de la víctima, Ferran Bonmartí, un expolítico y empresario vinculado al independentismo catalán que a su vez está en el radar de la justicia por sus oscuras actividades en apoyo del desafío al Estado.
La investigación llevará a Bevilacqua desde Lugo hasta Barcelona, la ciudad a la que llegó en los días del sueño olímpico, donde vivió acontecimientos que removerán su corazón y su memoria y que en el otoño de 2019 verá incendiarse con la llama de una rabia que viene de lejos.
Una llama a la que no era ajena la víctima, una veinteañera díscola que, tras revolverse contra los suyos, hacía el Camino para encontrar su propio lugar.
Opinión: Este es mi autor fetiche. Desde que leí mi primera novela negra de Silva no he podido dejar de leer inmediatamente las que iba sacando con cuentagotas.
Ya sé que él es un autor más complejo, lo dice muy a menudo. Ya sé que escribe de temas actuales, pasados, con historia, con opinión y en diferentes medios de comunicación deja su impronta, pero Bevilacqua es mi detective-guardia civil más valorado y más profundo.
En esta novela se aborda, como bien dice la sinopsis, el tema catalán, lo mismo que en la anterior se abordaba el tema vasco, dos espinas que se tratan con toda delicadeza y con un equilibrio difícil de mantener, pero he echado en falta la investigación criminal.
Este guardia civil de la UCO cada vez es más filósofo y menos investigador, para eso está su equipo y los que les ayudan.
Es distinta. No es un crimen y una resolución sólo. Es la historia de un personaje, sus sinsabores y sus resoluciones, luego viene la investigación que más bien es cogida como con pinzas. Aún así es un verdadero disfrute. Hay pocos escritores que se mojen tanto como Silva.
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